No escribo esto porque te lo merezcas. Sólo lo hago porque yo sé que con el paso de los años querré tener un recuerdo de estos momentos.
Poco antes de las 6, la tarde comenzaba a ceder su paso al manto oscuro cubierto de luces tintineantes. Mas aun quedaba tiempo para una última mirada al verdor ya conocido, mezclado de tierra amarilla. Con el corazón en la mano, temblaba mientras se sentaba en el mismo lugar que años antes había ocupado, en otro tiempo, en otra vida. Con la vista gacha, observo la vida desde este rincón; nada nuevo que contar, nada nuevo que lamentar. La vida es un montón de sucesos pequeños que nos engrandecen, pensó con la mente fija en suelo. Una fotografía, un beso, una petición. Nada que negar, nada que vedar. Pero el tiempo avanza, inexorable, y los hechos tambalean bajo promesas que ya nadie quiere cumplir. Nadie negara el apoyo, la vida entregada, los consuelos deshechos; pero el tiempo corre y tu estas estancado en la estancia. Miro a lo lejos, vislumbro mi casa. Me llaman, me paro, me voy. Mientras desciendo por las escaleras, dejo atrás recuerdos que los sueños borraran.