A la vista del luminoso camino confió en tu capacidad de elegir. No sé qué sería de mí si no estuvieras acá para elegir por mí. La vida ya es lo demasiada dura para que al terminarse esperen que uno tenga la mente lo suficientemente fría para elegir el camino correcto; además de que si nunca, o vagamente, lo hiciste durante tu estadía en la tierra, ¿Por qué precisamente ahora deberíamos ser capaces de hacer lo adecuado? Por eso, soy una eterna (literalmente) agradecida de ti. Yo sé que tu sabes dónde queda el paraíso que me hablaron cuando niña, los ángeles del olvido que deseo volver a ver, para recuperar ese conocimiento universal que busque en mi vida terrenal, los jardines donde corre mi cachorro negro, la casa de campo de los abuelos, la gente buena que ya no está. Aun no me has mirado… quizá en tus ojos haya cambiado el brillo diáfano que en mis recuerdos habitaba. La luz es más traslucida acá, en esta parte del recorrido, la guardare en mi reminiscencia un momento, para no olvidarla. Hay muchas partes del camino que no quiero olvidar… no quiero olvidar.
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